domingo, 9 de diciembre de 2007

El primer día en el jardín


Dentro de pocos días, muchos padres y niños vivirán la primera separación; la importancia del período de adaptación según la opinión de cinco especialistas

Después de nueve meses dentro del vientre materno y tantas horas compartidas en casa, se acerca el momento tan temido para algunos padres: el primer día de jardín de sus hijos. Para muchos, esta será la primera vez que se separarán de sus niños y sobre todo, que los dejarán al cuidado de personas prácticamente desconocidas. Pero a no desesperar, pues la mayoría de las instituciones poseen una etapa de adaptación, que ayuda a que chicos y padres se aclimaten a las nuevas reglas de juego.

"El psiquismo de un niño es diferente al del adulto y hasta los 5 o 6 años está en proceso de estructuración. No tienen, por ejemplo, la noción temporal o espacial de los mayores y el impacto de la separación es fuerte", señaló la psicoanalista Rosa Petronacci, especialista en niños y adolescentes, en declaraciones a LA NACION LINE .

Por eso, se hace necesario un período -que varía según el niño pero que en general se extiende por lo menos unas dos semanas-, en el que el menor permanece acompañado de alguno de los padres, en el nuevo espacio en el que compartirá horas y juegos junto a sus compañeros y maestros. Si por la razón que fuere, ninguno de los padres puede hacerse presente en las horas requeridas, es conveniente que lo acompañe algún tío, hermano, abuelo o cualquier otro adulto de confianza del pequeño.

"Cuando una mamá o un papá deciden llevar a su hijo a un jardín hay que reorganizar los horarios, estipular una entrada más tarde o una salida más temprana del trabajo, o utilizar una licencia, porque el período de adaptación es imprescindible. No se debería aceptar un chico en jardín de infantes sin un período de adaptación, ya que esto es lo que va a garantizar la salud psíquica y física", destacó Ana Bertrán, directora de la carrera de psicopedagogía de la Universidad del Salvador.

La psicóloga Isabel Arias, coordinadora del nivel inicial del Instituto San Martín de Tours, sostuvo que "lo importante es que el niño logre quedarse en el colegio, sintiéndose confiado y habiendo transferido a la institución escolar y a la maestra parte de los lazos que ellos tienen con su familia y su entorno físico".

Para la licenciada el período de adaptación involucra a todos los actores de la situación: para el docente que recibe nuevos alumnos, para los padres que por primera vez deben dejar al niño en un colegio que eligieron y confían, aunque aún no se ha comprobado confianza, y para los chicos que tienen que conocer el nuevo entorno. De hecho, los papás hasta pueden llegar a sentirse desplazados, porque hasta ese momento conformaban el centro de la vida del pequeño, que ahora ampliará su mundo afectivo.

Como resaltan los especialistas, la extensión de la etapa de aclimatación varía según el menor, y de la relación padres-hijo, pero muchas veces los llantos se hacen interminables y se requiere de otras estrategias para conseguir que definitivamente se adapte al nuevo medio.

Alejandrina Malechini, directora del jardín "El Principito", comenta que esto le pasa generalmente a los más pequeños, porque están acostumbrados a mantener un vínculo de a dos, sobre todo con la madre y se desconciertan entre varias personas. Por eso, en su institución le asignan una maestra auxiliar, que comienza a establecer una relación con el chico a través del juego, y una vez que la confianza está afianzada, penetra en el grupo con el niño.

Chau culpas

Los padres trabajadores que deben dejar a sus niños en jardines desde muy pequeños, algunas veces sienten culpa por pasar tantas horas alejados. Sin embargo, numerosos expertos coinciden en que la asistencia al nivel inicial, trae muchos beneficios en el desarrollo escolar posterior, por eso la legislación internacional y la argentina hacen obligatoria la entrada a los cinco años a esta etapa.

"La diferencia se nota sobre todo en la organización de tiempo y horarios, en la autonomía, en los hábitos de convivencia y de trabajo y en el poder compartir, entre otras cosas", argumentó Bertrán. De todos modos, agregó, esto no significa que todos los chicos tengan que entrar a la misma edad, siempre hay que evaluar cada caso.

De cualquier manera, la justificación de que los chicos vayan a jardín no sólo tiene que ver con lo que les puede aportar en un futuro. La subsecretaria de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Flavia Teriji, consideró que "el jardín es una etapa importante en la vida del chico. Cuando va al jardín se encuentra con otros chicos, objetos y situaciones diferentes a las que se presentan en su casa. Empieza a actuar con adultos que no son los de su medio familiar. Esto, que a veces es percibido como una separación, va produciendo una ganancia en crecimiento".

Constanza Longarte
Especial para LA NACION LINE

Guarderías o jardines maternales



La diferencia entre las guarderías y los jardines maternales radica en que las primeras surgieron con un propósito asistencial que incluía el sueño, el cambiado y la comida, mientras que los últimos tienen estos objetivos, pero desde una visión pedagógica.

"En el jardín maternal hay docentes formados con una especialización. En la guardería podían estar a cargo de gente con buena voluntad y predisposición a la atención de niños.

Además, en la provincia de Buenos Aires, donde existe la ley de jardines maternales, exige que el docente de nivel inicial tenga la especialización en jardín maternal. Esto garantiza que le chico esté atendido no sólo en sus necesidades biológicas sino también lo que hace al desarrollo social, afectivo y cognitivo de la primera infancia", explicó Ana Bertrán.

Petronacci recomendó que en los casos de iniciación temprana es recomendable que el jardín tenga salas con grupos pequeños, de 5 a 10 chicos como máximo, porque el bebe necesita una relación de uno a uno, ya que aún no tiene la noción de grupo.

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